Canadá tiene dos nuevos Santos
El Papa Francisco inscribió en el catálogo de los Santos a la “Madre de la Iglesia Católica en Canadá”, María de la Encarnación, y al Obispo de Québec (Canadá), Francisco de Montmorency-Laval, de vida misionera en América del Norte.
María de la Encarnación, nacida María Guyart en Tours (Francia) en 1599, en una familia humilde, se casó en 1617 y tuvo un hijo, pero enviudó a los dos años. A la edad de cuarenta años, cruzó el Atlántico y llegó a Quebec en 1639 con el primer grupo de religiosas que llegaron a la Nueva Francia, para fundar el Monasterio de las Ursulinas en Quebec para la educación de las niñas de la Nueva Francia y de las Amerindias. Murió en Quebec a los 72 años. En 1621 hizo votos de virginidad perpetua.
En 1627 ingresó a las Ursulinas de Tours, donde tomó el nombre de María de la Encarnación. De una vida profundamente mística, María de la Encarnación partió en 1639 junto a la joven maría de San José, a Québec (Canadá), siendo el alma de las misiones en la entonces conocida como Nueva Francia. Aprendió las lenguas nativas de la región, elaborando diccionarios y catecismos para los pobladores.
Falleció en 1672, con fama de santidad. Fue declarada venerable en 1911 y beatificada el 22 de junio de 1980, por Juan Pablo II.
Por su parte, Mons. Francisco de Montmorency-Laval, nacido el 30 de abril de 1623 en Montigny-sur-Avre (Francia), de acuerdo a Juan Pablo II, “fue en Canadá lo que San Agustín en Bretaña, San Bonifacio en Germania, o Cirilo y Metodio en los pueblos eslavos”.
En 1658 fue nombrado Vicario Apostólico de Nueva Francia, realizando una intensa actividad apostólica en lo que hoy es Canadá.
Con él se erigió la primera diócesis, en 1674, de la que fue el primer Obispo. Creó el Seminario de Québec, hoy Universidad laval.
Falleció el 6 de mayo de 1708, a los 85 años.
Esta declaración de santos, es denominada canonización “equivalente”, que consiste en que el Papa, por la autoridad que le compete, extiende a la Iglesia Universal el culto y la celebración litúrgica de un santo, una vez que se comprueban ciertas condiciones precisadas por el Papa Benedicto XIV. Fuente ACIprensa.