Católicos celebran Miércoles de Ceniza
TORONTO /Por VICTOR AGUILAR.- Hoy se conmemora el Miércoles de Ceniza en la Iglesia católica, con lo cual se da inicio al período de cuaresma en todo el mundo, que comprende 40 días antes del comienzo de la Semana Santa. Este tiempo es de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días de preparación para la celebración de la Santa Pascua, es decir la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Hoy miércoles 5 de marzo, en diferentes horarios se celebraron misas especiales en las distintas iglesias, en donde los latinos católicos reciben la cruz de ceniza como recordatorio de lo efímero de la vida.
En el rito católico, la imposición de la ceniza es realizada por el sacerdote sobre los fieles, quien traza una cruz con la ceniza en la frente. Mientras lo hace repite las palabras: “Conviértete y cree en el Evangelio”.
En la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe se celebraron tres misas (dos en inglés y una en español) con la imposición de la ceniza. En estas celebraciones, los cristianos que colmaron las instalaciones de la parroquia recibieron una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos del año anterior.
Las misas fueron oficiadas por el párroco de la iglesia, Miguel Segura Blay, el sacerdote, Ricardo Quiñones y el Rev. Omar Alejandro Daza. Después de la proclamación del Evangelio, pronunciaron sus homilías en la que explicaron el significado litúrgico de la ceniza, que recuerda al hombre su condición de mortal, pero no para desesperarse, sino para acoger a Jesús que con su resurrección abrió al hombre las puertas del cielo. Los sacerdotes sumergiendo el dedo pulgar en las cenizas previamente bendecidas marcaron la frente de cada uno de los fieles una cruz. Durante la misa también se elevaron oraciones por la paz, especialmente por Rusia, Ucrania y Venezuela.
Las lecturas de este día fueron: Joel 2,12-18 (primera) “Enluten su corazón y no sus vestidos.” 2da. de Corintios 2Co 5, 20-6,2 (segunda) “Aprovechen este tiempo favorable para reconciliarse con Dios” y el Evangelio: Mt 6,1-6. 16-18 “Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.”
Todo los Viernes de Cuaresma, a las 6:00 pm se realizará el Santo Vía Crucis con la bendición del Santísimo Sacramento (6:45pm) y seguidamente la celebración de la Santa Misa…Mayor información en el teléfono (416) 767-8658.
El Papa Francisco pide fe, conversión y apertura a los hermanos
A continuación, la Catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, Miércoles de Ceniza, comienza el itinerario cuaresmal de cuarenta días que nos conducirá al Triduo pascual, memoria de la pasión, muerte y resurrección del Señor, corazón, centro del misterio de nuestra salvación.
Y la cuaresma nos prepara a este momento tan importante y por ello la Cuaresma es un tiempo “fuerte”, un punto de viraje que puede favorecer en cada uno de nosotros el cambio, la conversión, todos nosotros tenemos necesidad de mejorar, de cambiar en positivo, y la cuaresma nos ayuda.
Y así salimos de los hábitos cansados y del perezoso acostumbrarse al mal que nos insidia. En el tiempo cuaresmal la Iglesia nos dirige dos importantes invitaciones: tomar conciencia más viva de la obra redentora de Cristo; vivir con mayor empeño el propio Bautismo.
La conciencia de las maravillas que el Señor ha obrado por nuestra salvación dispone nuestra mente y nuestro corazón a una actitud de gratitud hacia Dios, por todo lo que Él nos ha donado, por todo aquello que cumple a favor de su Pueblo y de la humanidad entera.
De aquí parte nuestra conversión: ella es la respuesta reconocida al misterio estupendo del amor de Dios. Cuando nosotros vemos este amor que Dios tiene para nosotros, sentimos las ganas de acercarnos a él y esta es la conversión.
Vivir el Bautismo hasta el fondo – esta es la segunda invitación – significa no acostumbrarse a las situaciones de degrado y de miseria que encontramos caminando por las calles de nuestras ciudades y de nuestros países.
Está el riesgo de aceptar pasivamente ciertos comportamientos y de no sorprendernos frente a las tristes realidades que nos rodean. Nos acostumbramos a la violencia, como si fuese una noticia cotidiana descontada; nos acostumbramos a hermanos y hermanas que duermen en la calle, que no tienen un techo para protegerse.
Nos acostumbramos a los prófugos en busca de libertad y dignidad, que no son acogidos como se debe. Nos acostumbramos a vivir en una sociedad que pretende menospreciar a Dios, en la que los padres no enseñan más a los hijos a rezar ni a hacerse la señal de la cruz.
Yo les pregunto: sus hijos, sus niños ¿saben hacerse el signo de la cruz? Piensen. ¿Sus nietos saben hacerse el signo de la cruz? ¿Se lo han enseñado? Piensen y respóndanse en su corazón. ¿Saben rezar el padrenuestro, saben rezar a la Virgen con el Avemaría? Y respóndanse ustedes. Este acostumbrarse a comportamientos no cristianos y de comodidad ¡nos narcotiza el corazón!
La Cuaresma nos llega como un momento providencial para cambiar ruta, para recuperar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal que siempre nos desafía. La Cuaresma se debe vivir como tiempo de conversión, de renovación personal y comunitaria a través del acercamiento a Dios y de la adhesión confiada al Evangelio.
De esta manera también nos permite mirar con nuevos ojos a los hermanos y sus necesidades. Por ello la Cuaresma es un tiempo propicio para convertirse al amor al prójimo; un amor que sepa hacer propia la actitud de gratuidad y de misericordia del Señor, que «se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (cf. 2 Cor 8,9).
Meditando sobre los misterios centrales de la fe, la pasión, la cruz y la resurrección de Cristo, nos damos cuenta de que el don sin medida de la Redención se nos ha dado por la iniciativa gratuita de Dios.
Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica; conversión y apertura del corazón a los hermanos: éstos son los elementos esenciales para vivir el tiempo de la Cuaresma.
En este camino, queremos invocar con especial confianza la protección y la ayuda de la Virgen María: Que sea Ella, la primera creyente en Cristo, la que nos acompañe en los días de intensa oración y de penitencia, para llegar a celebrar, purificados y renovados en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo. Gracias.
Muchas gracias y que se siga llevanndo la Buena Noticia a todos los hombres y mujeres de Buena voluntad. Bendiciones.