Papa Francisco habla en entrevista sobre los temas clave de la vida durante la pandemia
Por Manuel Cubias / CV.- El Papa Francisco concede una entrevista a la directora de la edición española de la revista «Il Mio Papa», Carmen Magallón, en la que habla sobre los temas clave de la crisis sanitaria generada por la pandemia del coronavirus y que ha afectado a millones de personas en todo el mundo.
Vatican News comparte una síntesis de la entrevista que el Santo Padre Francisco ha concedido a la directora de la edición española de la revista «Il Mio Papa», Carmen Magallón, en la que aborda los temas relacionados con la vida durante la pandemia y plantea propuestas para superar este tiempo de crisis.
Pensar en las generaciones futuras
La pandemia está cambiando el mundo y nos puso en crisis, afirma Francisco; sin embargo, insiste, “de una crisis no se sale igual. O salimos mejores o salimos peores. Y el modo en que salgamos depende de las decisiones que tomemos durante la crisis”.
El Papa devuelve la pregunta a la humanidad: ¿cuál será el modo de vida que le dejaremos a la futura generación? Se trata de dejar de pensar sólo en nosotros mismos o en nuestro presente y levantar la mirada al futuro en perspectiva de humanidad que quiere permanecer en el tiempo como parte de la creación. “Debemos hacernos cargo del futuro, de preparar la tierra para que otros la trabajen. Y esta es la cultura que tenemos que elaborar en la pandemia, según este gran principio que de una crisis no se sale igual. Salimos peor o mejor; pero nunca iguales”.
¿Cómo afrontar el duelo?
Cuestionado sobre ¿cómo afrontar el duelo de las víctimas de la pandemia?, Francisco valora todos los pequeños y grandes gestos que tantas personas en el mundo han tenido para con sus semejantes:
“Y ¿cómo se afronta ese duelo? – cuestiona el Santo Padre- Solamente intentando ser cercanos (…) Es el momento del silencio, de la cercanía y de hacer lo posible para estar juntos”.
Compromiso hasta el final
“Los santos de la puerta de al lado son tantos”, explica el Papa refiriéndose a todas las personas que han dado su vida sirviendo a quienes los necesitan. Estas gentes, «no se quisieron “zafar” sino que enfrentaron los problemas y buscaron soluciones prácticas a los mismos. Y Dios entiende ese lenguaje y lo hace suyo».
Un hecho fundamental para Francisco es que nuestro compromiso con la vida no se reduce a la salud, sino que continúa en la preocupación por los descartados, por los que expulsa el sistema, por los que no tienen trabajo. Por eso, en la entrevista habla de que estamos ante “el gran desafío social” que pone ante nuestros ojos cómo “la cultura del descarte ha impregnado nuestra manera de relacionarnos”.
Por esta razón, no podemos continuar con el mismo sistema económico que tiene entre sus fundamentos la injusticia. “La pandemia -afirma el Papa- nos hizo visualizar como nos habíamos acostumbrado a ese clima del descarte: el descarte de los viejos, el descarte de los pobres, el descarte de los chicos, de los chicos no nacidos”, y ante esto, nos invita a recordar que toda vida vale y merece ser defendida y respetada.
Para el Papa, como sociedad debemos enfrentar con valentía la cultura del descarte:
“Esa cultura que nos amenaza continuamente. Vivir descartando lo que nos molesta, lo que nos sobra, lo que nos impide tener más y más. Y contra esa cultura del descarte, vivir la cultura del recibir, del acoger, de la cercanía, de la fraternidad. Hoy día más que nunca se nos pide fraternidad, ir al encuentro del otro, del más débil y vulnerable para cuidarlo, para sentirnos responsables de él o de ella, porque no tiene los mismos recursos que los demás”
Al respecto, Carmen Magallón pregunta al Pontífice sobre lo que ocurrió en su corazón el pasado 27 de marzo en la Plaza de San Pedro. Francisco responde que en un primer momento tuvo temor de resbalar al subir la escalera, sin embargo, “Mi corazón estaba en todo el Pueblo de Dios que sufría, en una humanidad que tenía que soportar esta pandemia y que, por otro lado, que tuviera el coraje de caminar. Subí las escaleras rezando, recé todo el tiempo, y me fui rezando. Así viví ese 27 de marzo”.
Las Audiencias generales sin fieles fueron un momento difícil para el Papa: “era como estar hablando a fantasmas” y “suplí muchas de estas ausencias físicas con el teléfono y cartas. Eso me ayudó bastante a medir el pulso de cómo estaban viviendo esto las familias y comunidades”.
¿Cómo construir el futuro? El bien común como criterio
Por otra parte, Francisco afirma que no hay receta para salir de la crisis, pero el camino lo encontraremos si cambiamos de paradigma económico: “Empezar por las periferias (…) por la dignidad de las personas” y añade: “Hablé de las periferias, pero también tenemos que incluir la casa común, que es el mundo, el cuidado del universo”.
En esta vía, Francisco ubica la encíclica recién publicada, “Fratelli tutti”, la fraternidad humana como una de las claves para construir el futuro. En este sentido también habla de la distribución de la vacuna contra el coronavirus, de la que afirma:
“La vacuna no puede ser propiedad del país del laboratorio que la encontró o de un grupo de países que se alían para esto (…) La vacuna es patrimonio de la humanidad, de toda la humanidad, es universal; porque la salud de nuestros pueblos, como la pandemia nos enseña, es patrimonio común, pertenece al bien común… y ese debe ser el criterio”
Los migrantes
Asimismo, cuestionado sobre el tema de los migrantes, el Papa contesta con firmeza:
“Respecto de los migrantes, tenemos que hacernos cargo. El migrante sale de su patria porque busca nuevos horizontes, porque escapa por hambre o por guerra. Basta pensar en Siria…” y añade: “Si no nos hacemos cargo de los migrantes perdemos gran parte de la humanidad, de la cultura que ellos representan”.
Hablando sobre el mismo tema, el Santo Padre llama a la sinceridad y a que reconozcamos el aporte que gentes venidas de otros países han hecho durante este tiempo de confinamiento: “Durante el período de lockdown eran muchos migrantes quienes se exponían trabajando la tierra, manteniendo limpia la ciudad, continuando múltiples servicios. Es doloroso constatar cómo no se los reconoce y valora y se aprovecha un hecho lejano o perdido para desacreditar a tantas personas que con su trabajo sostuvieron a nuestro pueblo”.
Francisco va más lejos en su argumento al invitarnos a adentrarnos en las causas de las migraciones, en el caso del Líbano o de Siria: “son familias enteras que escapan de una guerra que no se entiende. ¿Nuestros países pueden mantenerse neutrales ante esta dolorosa situación?”
Una Iglesia de los pobres
El Pontífice pone en evidencia y valoriza el hecho de que “Hay sacerdotes, religiosos, laicos, religiosas, obispos que se rompen el alma para lograr esto. Hay ejemplos muy hermosos que están abriendo camino”.
En este contexto, el Papa expresa su esperanza en toda la humanidad:
“La humanidad es capaz de reaccionar, especialmente las periferias, si se organizan. Y la cultura de los pueblos. Me gusta pensar en el alma de los pueblos, en esa reserva espiritual que les permite siempre salir adelante”
Igualmente el Papa recordó a pueblos que son perseguidos, los yizadíes y los rohingyas, por ejemplo, de los que afirma que son pueblos sufrientes, perseguidos: “Entonces, hay que ir a esos pueblos que sufren y, mientras no se haga cargo la humanidad entera de esto, no hay esperanza. Esperanza de la periferia, de los más separados”.
Preguntado sobre su relación con las redes sociales como instrumento de evangelización, contestó: “les tenía alergia (…) Así que diviértase un poquito con este fracaso de mi alergia”.
500 años de la conversión de san Ignacio de Loyola
Para Francisco no existe división entre lo que ocurre a los seres humanos y lo que sucede en el planeta que habitamos. Somos una sola unidad. “Está cambiando el clima, perdemos oportunidades (…) no podemos jugar con el mar, con el universo. Lo tenemos que cuidar”.
Finalmente, en el contexto de los 500 años de la conversión de san Ignacio de Loyola, el Santo Padre expresa sus deseos de ir a Manresa, sitio donde Ignacio inició su camino de conversión.
“Creo que la conversión de San Ignacio es también un reencuentro con el corazón y puede invitarnos a reflexionar en nuestra conversión personal, en pedir el don de la conversión para más amar y servir al estilo de Jesucristo”