Por los caminos del Señor: 11 síntomas de que tu comunidad se está enfermando de sectarismo (Parte IV)
Por el Padre JUAN TRIVIŇO / ST.- Queridos lectores. Paz y Bien. Dios los bendiga abundantemente. Quiero finalizar con ustedes este artículo interesante y formativo para todos los que practicando nuestra fe y con nuestra pertenencia a alguna comunidad, vale la pena reflexionar sobre los peligros que podemos correr en nuestra comunidad eclesial. Este es la cuarta sección y espero que tengamos un conocimiento real de esta situación y por ello te pido que no te pierdas estas cuatro secciones. IV SECCION. Y ULTIMA.
11 síntomas de que tu comunidad se está enfermando de sectarismo
9.- Las críticas a la comunidad/ Ninguna comunidad está exenta de críticas. Hay laicos, sacerdotes y obispos que a veces no están de acuerdo con las cosas que una determinada comunidad hace. De vez en cuando hay hermanos dentro de la comunidad que expresan juicios negativos. En mi opinión el modo de reaccionar de una comunidad ante las críticas externas e internas es un gran termómetro que mide y regula el nivel de sectarismo.
¿La comunidad es capaz de hacer una auto-crítica? ¿Disentir está permitido y las opiniones contrarias u objeciones a ciertas prácticas son escuchadas y tomadas en cuenta? ¿O se aplica la lógica de blancos y negros donde quienes están en desacuerdo son tachados automáticamente de “comunistas”, “progresistas”, “enfermos”, “loquitos” o “acomplejados”?
Por otro lado, cuando se trata de una situación interna, ¿cuán libres se sienten (sí, sí, ¡se sienten! he usado el verbo correcto) los miembros de criticar algunas prácticas y proponer mejoras al modo de hacer las cosas? ¿Cuán libres se sienten los miembros de criticar actitudes de abuso o maltrato por parte de sus autoridades? Todas estas son preguntas importantes que toda comunidad y sus miembros deben hacerse con mucha seriedad.
10.- La obediencia es un tesoro, ¿lo sabe la autoridad?
El ejercicio abusivo de la obediencia ha causado graves daños en varias comunidades. Creo que todos lo sabemos. Muchos de los puntos que he tocado en este recorrido de síntomas son factores que crean un clima inadecuado para un ejercicio sano de la obediencia religiosa.
Me explico, si una comunidad está enferma de perfeccionismo voluntarista, si pone las obras por encima de las personas, si despersonaliza a sus miembros a través de un modelo único de comportamiento, si es inmune a las críticas y sus miembros no se sienten libres de alzar la voz para criticar prácticas inadecuadas, etc., etc., pues la obediencia lamentablemente se desvirtúa y pasa, de ser un regalo de Dios para vivir el desapego personal y la unión amorosa a su plan, a ser un instrumento del cual se puede aprovechar para crear y mantener dinámicas de abuso, censura y encierro ideológico.
Lamentablemente, a este cuadro tenemos que añadir algunos casos de violencia sexual que, por desgracia, directamente o indirectamente han ocurrido valiéndose de una relación de obediencia.
Lo duro cuando hablamos del voto de obediencia es que toca fibras muy íntimas en el corazón de un religioso o laico consagrado. Cuando una persona acepta libremente su voto o compromiso de obediencia se pone en manos de Dios y acepta la mediación y la ayuda de un hombre (o una comunidad) para discernir lo que Dios quiere de él. Renuncia a dirigir su propia vida con total autonomía porque un pedazo de esa libertad ha decidido ponerla en manos de un Dios que no puede traicionarlo.
Cuando un superior abusa de su autoridad y maltrata a un religioso es muy difícil no involucrar al Señor en el conflicto y decirle: “confié en ti y me traicionaste”.
Por eso la autoridad no puede ser un premio para los mejores ni un rango jerárquico al estilo militar: la autoridad, como dice el Papa, es un servicio hermoso donde el superior abre las manos y el religioso deposita la perla preciosa de su confianza y su esperanza en la bondad de Dios.
Por esta razón, el ejercicio respetuoso de la autoridad y la comprensión del valor enorme del voto o compromiso de obediencia son dos claves en la experiencia de una comunidad religiosa sana; y, por el contrario, son dos termómetros—casi matemáticos—del sectarismo presente o latente en una comunidad religiosa.
11.- ¿Cómo se trata a las personas que abandonan la comunidad?
Este punto lo añadí un día después de publicar el artículo. ¡Casi lo olvido! Un síntoma muy fuerte de sectarismo es tratar con indiferencia, rencor o desprecio a los ex-miembros de la comunidad. E inclusive se puede llegar al extremo de tratar con desconfianza a los miembros que mantienen relaciones con las personas que se retiran de la institución.
Voy a ser muy claro: esto no viene de Dios, es una actitud demoníaca que golpea muy duro a las personas que durante muchos años entregaron su vida al servicio de la comunidad. ¿Somos capaces de entender esto? Que de un momento a otro, por el hecho de haber decidido dejar el movimiento, el grupo o la familia espiritual —por las razones que fueran—, los compañeros y los amigos que hiciste ahí te cierren las puertas y te traten con distancia y sospecha, ¿no crees que puede ser un golpe que puede dañar seriamente a la persona?
Estos consejos o cualquier otro que te pueda dar se resumiría en: mira a la Iglesia, respira con la Iglesia y busca la ayuda de la Iglesia. La Iglesia es madre, es sabia y es tierna. No desconfíes nunca de ella, porque en el mar borrascoso en que nos toca navegar, Ella es la única embarcación segura porque, a pesar de todas sus fallas, ha sido construida por Dios y su Capitán sabe muy bien lo que hace. El antídoto contra el sectarismo se llama catolicismo.