Cerezos en High Park Toronto: Un regalo de amistad que florece cada primavera

Por Víctor R. AGUILAR.- Cada primavera, High Park en Toronto se viste de blanco y rosa con la floración de los cerezos, atrayendo a miles de visitantes que se maravillan ante uno de los espectáculos naturales más esperados del año. Lo que muchos no saben es que detrás de esta tradición hay una rica historia de amistad internacional, resiliencia comunitaria y un profundo simbolismo cultural.

La historia comenzó el 1 de abril de 1959, cuando el embajador japonés en Canadá, Toru Hagiwara, entregó 2,000 árboles de sakura de la variedad Somei-Yoshino como obsequio del pueblo de Tokio a los ciudadanos de Toronto. El gesto fue un agradecimiento por haber acogido a japoneses-canadienses reubicados tras la Segunda Guerra Mundial y simbolizaba una nueva etapa de entendimiento y cooperación entre ambos países.

Los primeros árboles se plantaron en High Park, especialmente en la ladera que da al estanque Grenadier. Desde entonces, la comunidad japonesa-canadiense ha continuado cuidando y expandiendo esta herencia. En el año 2000, un nuevo proyecto liderado por el Consulado General de Japón y organizaciones comunitarias permitió plantar más de 3,000 cerezos en Ontario, incluyendo nuevas especies como Akebono y Fugenzo.

Lo que distingue a estos árboles no es solo su historia, sino también su comportamiento único: florecen antes de que aparezcan las hojas, cubriendo las ramas de flores blancas con toques rosados y creando un paisaje casi etéreo. Esta característica ha inspirado generaciones enteras, siendo para muchos un símbolo de belleza efímera, renovación y esperanza.

Hoy, la floración de los cerezos en High Park no solo es un homenaje a la naturaleza, sino también un legado vivo de integración cultural y colaboración. Cada año, miles de personas acuden al parque para practicar el hanami –la tradicional contemplación de flores japonesa– y ser parte de una historia que sigue floreciendo.

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