El Papa y los niños: Hay gente que hace la guerra, nosotros trabajamos por la paz
Alrededor de 7,500 pequeños de los cinco continentes en el encuentro “Aprendamos de los niños y las niñas“. Espectáculos musicales, cantos, juegos y, a continuación, el diálogo de algunos niños y niñas de distintos países con el Pontífice. El Papa Francisco habló de los conflictos en el mundo, incluso de los ocultos: “La guerra ha estallado en todo el mundo. Se mata a niños inocentes, esto es la crueldad”. Luego la invitación a cuidar el planeta: Si destruimos la Tierra, nos destruimos a nosotros mismos
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
” Ustedes saben que hay gente mala, que hace la guerra, que hace el mal, que destruye. ¿Quieren hacer el mal?”. “¡¡¡Nooo!!!”. ” ¿Quieren hacer el bien?”. “¡¡¡Sí!!!”. Lo decimos juntos en voz baja: ¡trabajemos por la paz!”.
Los cánticos, los coros de ovación, los aplausos se oían fuera del Aula Pablo VI ya una hora y media antes de la llegada de Francisco. Auténtica alegría, esa de la que sólo son capaces los más pequeños, para compensar el ruido de otras explosiones, las de misiles y bombas, que asolan algunas partes del mundo.
Guerras ocultas
“La guerra ha estallado en todo el mundo…. No sólo en Palestina: ha estallado en Sudáfrica, ha estallado en el Congo, ha estallado en Myanmar, ha estallado en todo el mundo. Son guerras ocultas… En Mozambique… En todo el mundo. Estamos viviendo una guerra horrible y la guerra nos quita la paz y nos quita la vida. Debemos trabajar por la paz. Todos nosotros”, dijo el Papa a los cerca de 7.500 niños y niñas de todos los países del mundo, reunidos en el Vaticano para el acto patrocinado por el Dicasterio para la Cultura y la Educación titulado Los niños se encuentran con el Papa, organizado por el padre Enzo Fortunato y Aldo Cagnoli, que también presentaron el libro escrito a cuatro manos La Encíclica de los niños.
En Roma desde todo el mundo
Desde Vietnam e Italia, de Benín, las islas del Pacífico y Haití, y por supuesto de territorios heridos como Palestina (“que tanto sufre”), Siria y Ucrania, los grupos, con banderas, mochilas y gorras, llegaron a Roma esta madrugada gracias a más de 60 autobuses especiales y 8 trenes extraordinarios de bajo impacto ambiental. Se encontraron con un día primaveral sin precedentes, hicieron fila y se registraron rápidamente y, agitando sus dibujos y pancartas con palabras como “Gracias Papa Francisco“, “Guíanos” o simplemente “Paz” con un fondo de arco iris, tomaron asiento ocupando toda el Aula Pablo VI.
Ninguna silla quedó libre, pero nadie permaneció sentado durante todo el tiempo en preparación de la llegada del Papa, precedida por el canto de la Orquesta de la Paz y el Piccolo Coro y del Antoniano con canciones como “Bello il mondo” o “Le tagliatelle di Nonna Pina”. Durante dos/tres veces sólo se oyó en la sala el zumbido de las cámaras y los clics de los fotógrafos, cuando desde el escenario se les pidió que guardaran unos minutos de silencio por sus coetáneos “prisioneros de guerra y del hambre”.
Saludo del Cardenal de Mendonça
A la guerra también se refirió el Cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, en su saludo inicial en el que, dirigiéndose a los niños, dijo: “Estamos aquí para aprender de ustedes. El mundo atraviesa momentos difíciles, muchos niños sufren… Ustedes, su alegría, sus sueños, su presencia, son antídotos poderosos contra estos males. Ayúdennos y ayuden al mundo a ser mejor”.
La llegada del Papa
Para animar aún más el ambiente, el conocido cantante italiano Mr. Rain, estrella del Festival de Sanremo 2023, recorrió el largo pasillo del Aula y se detuvo para saludar y hacerse fotos con algunos niños enfermos. Su éxito Superhéroes, en versión italiana y española, acompañó la llegada del Papa. Al llegar pronto, Francisco entró sorprendentemente por la parte trasera del Aula para recorrer el pasillo y disfrutar de la multitud. Con los brazos abiertos saludó, bendijo, recogió regalos y besó bebés. En el escenario, donde destacaba un enorme globo en forma de globo terráqueo, le recibió un grupo de niños de entre 7 y 10 años: Pamela, de Siria; Seraphim, de Ucrania; Alessio, de Benín; Alejandro, de Guatemala; Tomas, de Australia. Una pequeña representación de los muchos niños que “sufren las catástrofes climáticas, la guerra y la pobreza”, dijo Francisco: “¡No nos olvidemos de ellos!”. También debían asistir 22 niños de una escuela primaria de Prato, pero, a causa de la inundación, no pudieron estar presentes: ” Le mandan un saludo y un abrazo”, dijo el padre Fortunato.
Preguntas y respuestas
“Siempre estoy feliz cuando me encuentro con ustedes, porque cada vez me enseñan algo nuevo. Por ejemplo, me recuerdan lo hermosa que es la vida en su sencillez, ¡también me enseñan lo hermoso que es estar juntos!”, comenzó Francisco. La urgencia de la paz y la “crueldad” de la guerra, que tiene su expresión más dramática precisamente en la matanza de niños, fueron el hilo conductor de su breve discurso y también de la mayoría de las respuestas posteriores, totalmente improvisadas, a las preguntas de una decena de pequeños visitantes.
Un ir y venir entre la actualidad y temas más personales, como sus costumbres (“¿Qué sueño por la noche? ¡Pero no sé lo que sueño, porque duermo!”) o sus vínculos (“Mis amigos son las personas que viven conmigo en casa; luego tengo muchos amigos fuera, en algunas parroquias, incluso algunos cardenales también son amigos…”). Tengo la gracia de tener amigos, es una gracia de Dios porque la persona que no tiene amigos es una persona triste”).
Oración por los niños víctimas de la guerra
En cada respuesta, el Pontífice implicó también a los niños presentes haciéndoles repetir algunas frases, para grabarlas mejor en sus mentes. También hizo participar a todos en el Padre Nuestro, seguido de un minuto de silencio por las víctimas de los conflictos. Era la respuesta a la pregunta planteada antes por Atrànik, un niño sirio: “¿Por qué matan a los niños en la guerra?”
He visto en los partes de guerra, en las noticias, cuántos niños han muerto. Son inocentes, y esto demuestra la maldad de la guerra. Porque si sólo mataran soldados, sería otra cosa; pero matan a inocentes, matan a niños. ¿Por qué matan niños, en la guerra? Y ésa es una crueldad.
“¿Cómo se hace la paz?”
La paz es necesaria, de hecho urgente. Pero “¿cómo hacer la paz?” preguntó Iván, un niño ucraniano de 9 años. No hay “ningún método” para construirla, dijo el Papa. “Es más fácil decir cómo hacer la guerra, con odio, con venganza, para herir al otro y esto viene del instinto”. La paz, sin embargo, se consigue con “un gesto”.
La paz se hace con la mano tendida, con la mano de la amistad tendida, tratando siempre de implicar a otras personas para ir juntos. La mano tendida… saludando a los amigos, recibiendo a todos en casa. La paz se hace con el corazón y con la mano tendida.
No destruir la Tierra
Y fue precisamente un apretón de manos entre todos los presentes para formar una cadena humana, al ritmo de la famosa canción We are the world, el momento final -y también uno de los más evocadores- del encuentro, mientras desde el escenario se alzaban globos terráqueos para simbolizar la Tierra que todos, empezando por los más pequeños, debemos cuidar. “Destruir la Tierra es destruirnos a nosotros”, dijo el Papa Francisco a Isadora de Brasil.
Si destruyes la Tierra, te destruyes a ti mismo. Digámoslo todos juntos, despacio, sin gritar: destruir la Tierra es destruirnos… Porque la Tierra nos da todo para vivir: te da oxígeno, te da agua, te da hierbas, te ayuda tanto a vivir. Si destruimos la Tierra, nos destruimos a nosotros.
Un buen viaje a los grupos que salen en tren
Rodeado de carteles blancos con las palabras Paz en varios idiomas, el Papa firmó a continuación gorras blancas y acogió los regalos que le entregaron en cestas de madera: peluches, muñecas, juegos, dibujos.
Tras saludar a la multitud, se dirigió a la Estación Vaticana, donde deseó personalmente “buen viaje” a algunos grupos que partían en el Tren Rock puesto a disposición por los Ferrocarriles del Estado. Asaltado por abrazos, manos, peticiones de selfies, el Papa trató de saludar a todos los niños. A algunos les distribuyó el paquete de regalos preparado con té frío, dulces y chocolates. Desde el tren, algunos daban golpecitos en las ventanillas, otros mostraban las inscripciones de sus teléfonos móviles: “Te quiero”, “Te amo”. Otros gritaban a sus compañeros cercanos: “¡He saludado al Papa, chicos!”. “¡Sí, yo también! Le he tocado el dedo índice…”. Pequeños gestos que escriben grandes capítulos en la historia de cada uno.