Las ciudades de América Latina consumirán hasta cuatro veces más sus recursos, sino se vuelven más sostenibles
NACIONES UNIDAS.- Si la población regional aumentase a 680 millones de personas en el año 2050, el consumo de material doméstico urbano podría aumentar hasta las 25 toneladas per cápita, muy por encima del rango de entre seis y siete toneladas per cá¬pita que el estudio del ONU Medioambiente considera sostenible.
Las ciudades de América Latina y el Caribe consumirán entre el doble y cuatro veces más recursos en 2050 si no adoptan una “planificación integral” y “aumentan la eficiencia de sus sistemas y la circularidad”, advirtió este lunes un nuevo informe del Programa de las Naciones Unida para el Medio Ambiente que destaca que ese escenario “implica la degradación severa de ecosistemas vitales.”
Para lograr ese objetivo, el estudio del organismo de la ONU destaca que las ciudades de la región necesitarán impulsar una transformación sostenible que reduzca a la mitad el consumo de recursos tales como los combustibles fósiles, los minerales y los alimentos, al tiempo que combaten la pobreza y la desigualdad.
El análisis del Programa traza la ruta hacia una planificación urbana deseable basándose en un paquete de medidas en cuatro ejes:
- transporte y movilidad sostenible
- edificaciones eficientes
- residuos,
- agua y saneamiento.
Estas actuaciones servirían para reducir el consumo de recursos, los residuos, el daño ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Vivir en ciudades más limpias implica planificar una transformación sostenible
El consumo anual per cápita de recursos en las ciudades de América Latina en 2015 oscilaba entre las 12,5 y 14,4 toneladas. Más de la mitad del inventario de material urbano de la región se encontraba en las ciudades de Brasil (38,1%) y México (21,1%).
Si en el año 2050 la población regional aumentase a 680 millones de personas, el consumo de material doméstico urbano podría aumentar hasta las 25 toneladas per cápita, muy por encima del rango de entre seis y ocho toneladas per cápita que el estudio del Programa considera sostenible.
La directora regional del Programa destacó que muchos de los habitantes de la región padecen las consecuencias de este uso insostenible de recursos, entre ellos la degradación ambiental y la falta de acceso a los servicios, que provocan “un futuro sombrío”.
“Planificar una transformación sostenible es crucial si aspiramos vivir en una región más limpia, en armonía con la naturaleza y sin dejar a nadie atrás. Ahora que urge una recuperación sostenible de la COVID-19, este informe alumbra el camino en la dirección correcta”, añadió Álvarez.
Las ciudades pueden llegar a disminuir significativamente el consumo de recursos
Los autores llaman a apostar por una “intensificación estratégica” de ámbito regional, que, contrariamente a la expansión horizontal de las ciudades, consista en aumentar la densidad de población, puestos de trabajo y servicios en un conjunto de centros urbanos conectados por un transporte público eficiente y asequible.
Igualmente, pide edificar de una manera más sostenible, impulsar la circularidad, aprovechar los residuos orgánicos y una gestión hídrica que incluya el tratamiento y la reutilización de aguas, así como la restauración de los ecosistemas asociados.
Si se logra implementar todas las acciones propuestas en el informe, las ciudades de la región podrían reducir su consumo material anual a entre seis y siete toneladas per cápita para 2050.
El estudio también destaca algunas medidas que ya se están tomando en esta línea como son las mejoras del transporte público en el municipio brasileño de Fortaleza, que incluyeron un mayor espacio para bicicletas y peatones, la “cosecha” de agua de lluvia en la Ciudad de México y el proyecto de calefacción por distritos de la ciudad de Temuco, en el centro de Chile.
El crecimiento urbano e inequidad social
Según analiza el informe, el espacio construido en la región durante 40 años creció un 99%, casi el mismo número que experimentó el aumento de la población urbana en ese período (95%). La incapacidad de la mayoría de las ciudades para absorber ese crecimiento exacerbó la inequidad social y la injusticia ambiental.
Cerrar la brecha de desigualdad conllevará resolver la situación de precariedad a la que se enfrentan las poblaciones más vulnerables; por ejemplo, la lejanía de los servicios urbanos, la infraestructura deficiente, las condiciones de violencia y la contaminación.
Los autores del estudio llaman a tratar estos desafíos mediante “una transformación sostenible” e invitan a “orientar mayores esfuerzos hacia las ciudades intermedias”, que crecen de una forma más acelerada que la media. También recomiendan potenciar la cooperación e implementar alianzas más sólidas a nivel subnacional, subregional y regional.