Encuentro sobre cuidados paliativos. Mensaje del Papa Francisco
Por Cecilia de Malak/ Ciudad del Vaticano.- Nunca abandonar al enfermo, cuidados paliativos legítimos y con prudencia, se distinguen de la eutanasia. En nombre del Papa Francisco, el Card. Parolin envió una carta al Presidente de la Pontificia Academia para la Vida.
Recordando «la dignidad humana y teologal» de la vida en todas sus etapas, la misiva firmada por el Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad y dirigida – en nombre del Papa Francisco – a Mons. Vincenzo Paglia, reitera que «la vocación más profunda de la medicina es la de cuidar aunque, no siempre es posible curar», por lo que destaca la importancia de acompañar con amor y con los mejores cuidados sanitarios al que sufre.
Acompañamiento, cuidados sanitarios y espirituales e importancia de la familia
Con el programa del Congreso que destaca la multiplicidad de las dimensiones implicadas en los cuidados paliativos, incluyendo la espiritual y la oración, además de lo relacionado con la ciencia, la carta hace hincapié en la importancia de la familia.
No cambia ética sobre cuidados paliativos, sedación y eutanasia
«Un tema muy actual, en lo que respecta a los cuidados paliativos, es el de la terapia del dolor», que «ya el Papa Pío XII había legitimado claramente, distinguiéndola de la eutanasia» – se lee en la Carta, que se refiere a «la suministración de analgésicos, para aliviar dolores insoportables, que no responden a otros tratamientos, aun cuando, en la fase de muerte inminente, fueran causa de un acortamiento de la vida» (cfr Acta Apostolicae Sedsi XLIX (1957, 129-147).
«Hoy después de muchos años de investigación, el acortamiento de la vida ya no es un efecto colateral frecuente, pero se vuelve a presentar el mismo interrogante con fármacos nuevos, que actúan sobre el estado de conciencia y hacen posibles diversas formas de sedación.
El criterio ético no cambia, pero el empleo de estos procedimientos requiere siempre un atento discernimiento y mucha prudencia.
En efecto, estos son exigentes tanto para los enfermos, como para los familiares, y los encargados de los cuidados: con la sedación, sobre todo cuando es prolongada y profunda, se anula aquella dimensión relacional y comunicativa que hemos visto que es crucial en el acompañamiento de los cuidados paliativos.
Ésta resulta por lo tanto, siempre al menos en parte insatisfactoria, por lo que se debe considerar como extremo remedio, después de haber examinado y aclarado con atención las indicaciones».
Creyentes y personas de buena voluntad: proseguir las reflexiones y facilitar acceso a cuidados paliativos
«La complejidad y la delicadeza de los temas presentes en los cuidados paliativos piden proseguir la reflexión y difundir su práctica para facilitar el acceso: una tarea en la que los creyentes pueden encontrar como compañeros de camino a muchas personas de buena voluntad».
La carta subraya que «es significativo» que en esta perspectiva estén presentes en el mencionado encuentro «representantes de diversas religiones y de diversas culturas, en un esfuerzo de profundización en un compromiso compartido». Sin olvidar «la formación de los operadores sanitarios, de los que tienen responsabilidades públicas y de toda la sociedad»
Cuando todos los recursos sanitarios parecen agotados
«No abandonar a las personas enfermas, aún más estar a su lado y acompañarlas en la difícil prueba que se hace presente en la conclusión de la vida. Cuando todos los recursos del ‘hacer’ parecen agotados, es precisamente entonces cuando emerge el aspecto más importante en las relaciones humanas, que es el de ‘estar’ y ser: estar presentes, estar cerca, ser acogedores».
«La lógica del cuidado recuerda aquella dimensión de mutua dependencia de amor, que emerge ciertamente con particular evidencia en los momentos de enfermedad y de sufrimiento, sobre todo al término de la vida, pero que en realidad atraviesa todas las relaciones humanas y, aún más constituye su característica más específica.
Ello conlleva también el compartir la impotencia de aquel que llega al punto extremo de la vida. Entonces, el límite puede cambiar de significado: ya no lugar de separación y de soledad, sino ocasión de encuentro y de comunión.
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