No elegimos dónde nacemos, pero sí a qué país pertenecemos: el caso del Papa León XIV

El Papa León XIV (Robert Francis Prevost) EFE.

Por Víctor R. AGUILAR.- Nadie elige el lugar donde nace. Es una circunstancia marcada por el azar. Pero a lo largo de la vida, las personas sí pueden tomar una decisión poderosa: elegir a qué país pertenecer, no solo legalmente, sino también desde el corazón. Esta decisión, reflejada en la naturalización, cobra un significado aún más profundo en el caso de Robert Francis Prevost, ahora conocido como el Papa León XIV, quien eligió ser peruano mucho antes de ser elegido como líder de la Iglesia Católica.

Un camino de fe y de identidad compartida

Nacido en Chicago, Estados Unidos, en 1955, León XIV comenzó su vida en un contexto muy diferente al que después abrazaría. Como misionero agustino, llegó al Perú en 1985 y se integró plenamente a la realidad del norte del Perú, especialmente en la ciudad de Chiclayo, donde desempeñó un intenso trabajo pastoral. En esas tierras no solo evangelizó: se hizo parte del pueblo, caminó con las comunidades, escuchó sus dolores y compartió sus esperanzas.

En 2015, después de décadas de servicio, se naturalizó ciudadano peruano, un gesto que selló con documentos lo que ya era un hecho de vida: su identidad estaba profundamente unida al Perú.

Elegir pertenecer más allá del origen

La historia de León XIV demuestra que la nacionalidad puede ser también un acto de elección y pertenencia. No fue obligado ni presionado a adoptar una nueva nacionalidad. Lo hizo por amor, por vocación y por convicción. Fue obispo de Chiclayo, amigo cercano de miles de fieles, y consejero de muchos que lo consideraban un peruano más, incluso antes del reconocimiento legal.

De Chiclayo al Vaticano

El 8 de mayo de mayo de 2025, fue elegido Papa por el Colegio Cardenalicio y asumió el nombre de León XIV, convirtiéndose en el primer Papa naturalizado peruano de la historia. Este hecho ha sido celebrado con entusiasmo en Perú, donde su figura representa la cercanía, humildad y sensibilidad por los pueblos más olvidados.

Su elección es una señal poderosa del papel transformador que tienen las decisiones personales: de Chicago a Chiclayo, y de allí al Vaticano. Es un testimonio vivo de que el servicio, el compromiso y la elección de pertenecer pueden trascender fronteras.

Conclusión

El Papa León XIV no eligió nacer en Perú, pero sí eligió ser peruano. Su historia es prueba de que la nacionalidad no solo se hereda, también se construye. Es una elección que refleja el deseo profundo de ser parte de una comunidad, de una cultura, de un pueblo. Hoy, desde Roma, el nuevo Papa lleva en su corazón dos patrias: la que lo vio nacer y la que eligió amar.

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