Papa Francisco: Olvidar las guerras en los países pobres es pecado
El Papa Francisco recibió a los miembros del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras con motivo del 150º aniversario de la revista “Mondo e Missione”, que informa sobre las periferias geográficas y existenciales y es la voz de los sin voz, y va con el pensamiento a los conflictos que producen pocas o ninguna noticia, desde Siria a Yemen, desde Myanmar al continente africano.
VATICANNews.- Después de mediodía el Papa Francisco recibió en audiencia, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a los redactores y colaboradores de la revista “Mondo e Missione” (Mundo y Misión) que celebran su 150º aniversario.
El Santo Padre dio las gracias al Superior General del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, PIME, que introdujo este encuentro y saludó a todos los que, de distintas maneras, trabajan y colaboran con la revista Mondo e Missione, hace ya 150 años, cuando se llamaba Le Missioni Cattoliche, es decir “Las Misiones Católicas”. Y destacó que su “cuna” fue el Seminario Lombardo de Misiones Extranjeras, siguiendo el modelo de Les Missions Catholiques, que la Obra de la Propagación de la Fe había comenzado a publicar, cuatro años antes, en Lyon, Francia.
Una Iglesia en salida
Nos llama la atención la actualidad, la modernidad, el horizonte de esa iniciativa, que desde el principio expresa y promueve una Iglesia ‘en salida’. Sí, cuando se está en salida se permanece joven. Si tú estás sentado allí, sin ir, ¡envejeces pronto!
Francisco destacó que la revista nació para responder a una necesidad del pueblo de Dios, cuando muchos querían leer las historias de los misioneros, sentirse cerca de ellos y de sus obras, acompañarlos con la oración e incluso conocer los países y las culturas de una manera diferente a la más común, que en aquel momento estaba impregnada de “una mentalidad colonial”.
El valor de la comunicación en la misión
Además, el Obispo de Roma rindió homenaje a la memoria del padre Giacomo Scurati, primer director, y a sus colaboradores de aquella época, porque habían comprendido “el valor de la comunicación en la misión en primer lugar, para la propia Iglesia, para ser extrovertida, y estar plenamente implicada en la evangelización”, misionera y evangelizadora.
Por tanto – afirmó Francisco – “la revista fue portadora de una visión amplia, abierta a las riquezas de cada pueblo y de cada Iglesia local. Y ésta sigue siendo la vocación de Mondo e Missione, tal como fue ‘rebautizada’ en 1969, para asumir el espíritu y las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la misión ad gentes”.
Periferias geográficas y existenciales
Después de recordar que durante muchos años, las cartas y las crónicas de los misioneros restituyeron los contextos y las vidas de las poblaciones con las que entraban en contacto, el Obispo de Roma destacó que “aún hoy, los reportajes y los testimonios directos representan el rasgo más característico” de esta revista, gracias a las historias de lugares o situaciones de las que pocos hablan:
Ser la voz de los sin voz
Por otra parte, el Papa les dijo que la tarea primordial de su revista es “ser la voz de los sin voz” así como otras iniciativas que el PIME ha impulsado en el ámbito de la comunicación: la agencia AsiaNews, los contenidos multimedia, la presencia en las redes sociales, las actividades culturales y de animación.
Ayudar a reconocer que la misión está en el centro
Se trata – añadió Francisco – de “formas de contar el mundo poniéndose del lado de los que no tienen derecho a hablar o no son escuchados, los más pobres, las minorías oprimidas, las víctimas de las guerras olvidadas.
Y también hacer memoria de quienes trabajan silenciosa y tenazmente ‘desde abajo’ para construir un mundo diferente, trazando caminos de solidaridad y reconciliación en contextos marcados por la crisis o la violencia”.
“Sin embargo – prosiguió diciendo el Papa – como revista misionera, Mondo e Missione tiene también otra tarea específica que la caracteriza: la de ayudar a reconocer que la misión está en el centro. Recordar a las comunidades cristianas que, si sólo se miran a sí mismas, perdiendo el valor de salir a llevar la palabra de Jesús a todos, acaban por extinguirse”. A la vez que “también crea diálogo y amistad con quienes profesan otras religiones, reconociéndose como hijos del único Padre”.