Por los caminos del Senor: Aleluya – Aleluya
Por el Padre JUAN TRIVIŇO / ST.- JUEVES SANTO. La Eucaristía que celebramos cada domingo desde aquella primera Eucaristía que celebró Jesús en el cenáculo nunca ha dejado de celebrarse (Jueves Santo). Tal vez sea el único mandato de Jesús que la iglesia ha cumplido fielmente hasta hoy. En su última cena, en aquel primer Jueves Santo, Jesús dijo: Me voy, pero quiero quedarme. Y se fue. Y también se quedó. Os dejo, pero quiero permanecer con vosotros. Y nos dejó. Y se quedó con nosotros. No me veréis, pero quiero dejaros mi verdadera presencia. ¿Cómo? “Esto es mi cuerpo… Esta es mi sangre”…En su ausencia, nos dejó su presencia real. La Eucaristía no es un regalo de una sola cara. Exige una respuesta. El amor llama al amor. La Eucaristía es un intercambio. Y nuestra respuesta tiene que ser la de un intercambio de amor.
VIERNES SANTO. Miremos al que levantaron en la cruz. Miren a Jesús, al hombre que pasó su vida haciendo el bien. Miren al Hijo de Dios, sucio y roto, crucificado por nosotros. Mírenlo, sí, pero con los ojos del corazón, con los ojos del amor, con los ojos de su madre.
Es Viernes Santo, día de luto para la gran familia cristiana, Día de derramar una lágrima sincera por Jesús, Día de congregarse en familia para despedir al hermano y contar juntos sus bondades. Jesús, el justo, ajusticiado. Jesús, el hombre para todos, crucificado por nosotros. Jesús, el hombre que bajó por la escalera del amor para conversar con nosotros, para plantar la cruz de la salvación en el Gólgota, una cruz que llega hasta el cielo, que abre el cielo y que Dios bendice.
Hermanos y hermanas, miremos a nuestro Señor. No son los clavos los que hacen que Cristo esté en la cruz clavado. Es el amor por Usted, por mi, el amor por todos nosotros, y sólo el amor el que hace que Cristo no baje de la cruz. Miremos al que traspasaron, es Jesús. Jesús no tiene doble. Es El. No hay otro. No hay otra cruz, otra escalera, otro amor que pueda salvar.
Y en este Viernes Santo nosotros miramos y miramos pero sobre todo le pedimos que nos mire él, que nos ame él, que nos ayude con su gracia a poner nuestros pies en el primer escalón que sube hasta su corazón.
Hoy, Viernes Santo, nuestra iglesia es la funeraria donde velamos al mejor de los hombres, al mejor de los hermanos, a nuestro salvador, a Jesús, muerto por nuestros pecados, clavado en la cruz con cuatro clavos. Todos, familiares, amigos y conocidos sienten la necesidad de decir adiós, decir una palabra, una oración ante la cara oculta de nuestro destino: la muerte.
SABADO SANTO. María fue la primera escalera por la que Jesús bajó a visitarnos, la primera escalera para hacerse hombre como nosotros, la primera escalera por la que el ángel bajó el día de la Anunciación, y el primer peldaño fue su sí.
María, escalera santa, al pie de la cruz, nos ofrece a todos a recibir a su hijo para hacerlo nuestro hermano, nuestro Señor y Salvador. El amor de Jesús es verdadero y la cruz, a la que hoy dirigimos nuestra mirada, es la prueba del amor grande de Dios. Hoy acompañamos la soledad de María.
DOMINGO DE PASCUA.- Para los primeros cristianos decir: “Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos” era algo tan natural como respirar. No necesitaban ni largos sermones ni explicaciones complicadas. Y saludarse con un “Cristo ha resucitado” era tan apropiado como nuestro rutinario “buenos días”.
Fue el primer grito de fe, de vida nueva, y victoria definitiva. La victoria de la Resurrección de Jesús nos concierne también a nosotros. Estamos llamados a compartir y experimentar la Resurrección de Cristo.
Dejemos de “buscar al que vive entre los muertos”; dejemos de resistirnos a salir de nuestras tumbas. La piedra y las piedras de todas las tumbas han sido quitadas y somos invitados a vivir la novedad de la vida nueva, resucitada.
El día de Pascua es el día de dar la espalda a todos los camposantos del mundo para abrazar gozosamente a los hermanos, la esperanza y la vida. Los cristianos de la Pascua, somos convocados a ejercer el ministerio de la esperanza y de la fe de la Pascua.
Hoy, Día de Pascua, sí sabemos que Cristo ha resucitado, que Cristo vive, y que todo y todos tendremos un “final feliz”. FELICES PASCUAS DE RESURRECCION.