Por los caminos del Señor: ¿Cómo influyeron en mí las misiones?
Por el Padre JUAN TRIVIŇO / ST.- Apreciados Lectores. Paz y bien. Dios con nosotros en este nuevo mes de octubre misionero, en que cada bautizado esta en el deber de retomar su labor misionera y evangelizadora en el cumplimiento recibido desde el día de nuestro bautismo.
Como lo prometido es deuda, hoy les comparto esta tercera lectura para la degustación y apropiación de nuestra tarea misionera como hombres y mujeres de iglesia que somos. Por favor no escatimemos detalles y reflexión particular porque hoy más que nunca necesitamos retomar nuestro amor y obediencia Cristiana, para saberle responder a nuestro Maestro, Rey de Reyes y Señor de Señores
¿Cómo influyeron en mí las misiones?
Testimonio del joven Ricardo Cué Isoba La misión para mí ha sido, es y será una experiencia inolvidable e irrepetible. Es una sensación de felicidad y plenitud que no se comparan con todos los lujos que tenemos en la vida diaria.
Para serles sinceros, la primera vez que acudí a una misión fue de una forma involuntaria, más bien obligada por mi papá, pues él fue el impulsor de este apostolado en mi familia y no tengo final para acabarle de agradecer por haberme hecho pasar por esta experiencia inolvidable. Recuerdo que el día que llegamos yo estaba enojado y sin ganas de cooperar. Era un tanto normal, ya que tenía 14 años, nunca había dejado mis vacaciones para irme a una cosa así y recuerdo que mi papá me dijo: “Mira, yo te prometo que no te la vas a pasar mal, pero, si en realidad te la pasas mal te juro que no regresas el próximo año”; entonces me dije: “Ahora sí me la voy a pasar o voy a hacer todo lo posible para pasármela mal para no regresar”.
El primer día, con mi cara de aburrido y enojado, salí a misionar casa por casa y me iba dando cuenta de tantas cosas que nunca pensé que pudieran hacerme cambiar de parecer. Entonces, esa tarde en la comida, me enteré que me tocaba dar una plática a los jóvenes. ¿Yo una plática a los jóvenes?, ¿Qué les iba a decir? Pero entonces se me acercó el Padre que nos acompañó y me dijo: Tranquilo, yo sé que tú vas a poder, sólo encomiéndate a Dios y no necesitas nada más”. Llegó la tarde y no esperaba tanta gente. Eran como 30 jóvenes, entre hombres y mujeres, sentados esperando a que les hablara de algo. Entonces busqué en mi mochila y vi un libro llamado “Manual del Misionero” y bendito libro; lo abrí y justo en la página que salió era un tema actual. Comencé a hablar y seguí hablando. Pasaban los minutos y yo hablaba y cuando me di cuenta ya había pasado más de una hora y ya no sabía qué hacer. Entonces los puse a platicar entre ellos y se fueron felices.
Cuando regresé a descansar, lo primero que hice fue ir a contarle al Padre cómo me había ido y yo estaba tan emocionado que el Padre me preguntó: “Bueno y ¿qué les dijiste?”, en ese momento mi mente se quedó en blanco y ya no supe qué decirle y le contesté: “No me acuerdo, no sé” y él se comenzó a reír y me dijo: “¿Viste cómo encomendándote a Dios las cosas salen como uno quiere y espera y, que el que hablaba no eras tú, sino Dios a través de ti, que se manifestaba en ti?“. Cuando me dijo esto, quedé asombrado y petrificado de tanta razón que él tenía.
Con esto quiero darles a entender que ustedes no se preocupen acerca de lo que vaya a pasar, porque sólo Dios sabe por qué los mandó y Él SIEMPRE los va a ayudar para que nunca pasen un apuro, eso se los garantizo.
Pasó el tiempo y era hora de regresar a misiones y yo estaba más que listo. Esta experiencia que hoy comparto con ustedes es algo inexplicable de el por qué o, más bien cómo, se disfruta una semana sin televisión, amigos, novias, celular, antros, fiestas y con todo lo relacionado con las vacaciones de Semana Santa que no las habíamos vivido como se debe.
Quiero que piensen que: días, fiestas, amigos… y tiempo para ello, siempre sobra, pero, entregar una semana de todo eso a Dios, por otra gente, créanme que nunca se van a arrepentir.
Para finalizar sólo me queda dar gracias a Dios por haber iluminado a mi papá para ir de misiones y a todas y todos los misioneros con los que he convivido porque han hecho de esto una experiencia inolvidable.
Así que yo los invito a que reflexionen y piensen un poco en este pequeño texto que comparto con ustedes para que así como a mí, las misiones cambien su vida.
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