Por los caminos del Señor: ¡Feliz día del padre!
Por el Padre JUAN TRIVIŇO/ST.- En la reunión de padres de familia de una escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos. Ella entendía que aunque la mayoría de los padres de la comunidad eran trabajadores, debían encontrar un poco de tiempo para dedicar y pasar con los niños. Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana. Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo y cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya estaba acostado.
Explicó además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia. Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba reemplazar esa falta dándole un beso todas las noches cuando llegaba a su casa y para que su hijo supiera que él le había ido a ver mientras dormía, hacía un nudo en la punta de la sábana. Cuando mi hijo despierta y ve el nudo, sabe que su papá ha estado allí y lo ha besado. El nudo es el medio de comunicación entre nosotros.
La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando comprobó que el hijo de aquel hombre era uno de los mejores alumnos de la escuela. Este hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse con otros. Aquél padre encontró su forma, una forma simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía a través del nudo, todo el afecto de su papá.
Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que olvidamos lo principal que es la comunicación a través del sentimiento.
Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban para aquél hijo, muchísimo más que un montón de regalos o disculpas vacías.
Es válido que nos preocupemos por las personas, pero lo más importante es que ellas sepan y puedan sentir nuestra preocupación y cariño por ellas.
Para que exista la comunicación, es necesario que las personas «escuchen» el lenguaje de nuestro corazón, ya que los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras. Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, el golpe de la rodilla o el miedo a la oscuridad.
Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben distinguir un gesto de afecto y amor, aunque ese gesto sea solamente un nudo en la sábana. Un nudo cargado de afecto, ternura y amor. «Vive de tal manera que cuando tus hijos piensen en justicia, amor e integridad, piensen en ti»
¡¡Feliz día del padre!!Hay un momento en la vida, en el que los padres nos quedamos «huérfanos» de nuestros hijos. Los chicos crecen sin pedir permiso a la vida, con una estridencia alegre y a veces, con una alardeada arrogancia. Pero no crecen todos los días, crecen de repente.
Un día, se sientan junto a ti y con una increíble naturalidad, te dicen cosas que te indican que aquella criatura de pasitos temblorosos e inseguros que hasta ayer necesitaba pañales, ya creció. ¿Cuándo creció?… No me he dado ni cuenta.
¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, los juegos en la arena, los cumpleaños con payasos? Crecieron en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil y ahora estás ahí, en la puerta de la disco, esperando ansioso que salga y sin problemas… Pero no estás solo, hay toda una fila de «padres y madres taxistas» esperando a sus hijas e hijos para llevarlos a casa.
Vaya escena, por un lado están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas; con el uniforme de su generación y sus incómodas mochilas en la espalda. Y, por otro, estamos nosotros, con el pelo cano por la edad y por el silencioso sufrimiento… Y son nuestros hijos; a los que amamos a pesar de los golpes de las modas, de las escasas noches de paz, de las malas noticias y la dictadura de los horarios. Crecieron observando y aprendiendo de nuestros errores y nuestros aciertos; principalmente de los errores que esperamos no repitan…
Y nos cansamos de ir detrás de ellos de un lado para otro, hasta que, de pronto, no sabemos cómo, nos quedamos «huérfanos» de hijos. Ya no tenemos que ir a buscarlos a las puertas de las discotecas y los cines. Ya no tenemos que llevarlos ni recogerlos de la clase de música, del fútbol, el ballet o la natación. Salieron del asiento de atrás y se sentaron al volante de sus propias vidas. Quizás debimos haber pasado más tiempo respirando conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia; o cuando eran adolescentes, ¿Por qué no pasamos más tiempo con ellos en sus habitaciones cubiertas de posters, agendas coloridas y música ensordecedora?
Ahora ya es tarde, crecieron sin que invirtiéramos en ellos nuestro tiempo y afecto.
Al principio nos acompañaban al campo, a la playa, a la piscina y reuniones con amigos y familiares. Compartíamos la Navidad y los días festivos, había peleas en el auto por sentarse al lado de la ventanilla, por los chicles y por escuchar la música de moda. Pero llegó el tiempo en el que viajar con los padres se transformó en esfuerzo y aburrimiento, no podían dejar a sus amigos o sus primeros amores. Y los padres quedamos totalmente marginados por nuestros hijos. Por fin teníamos la tranquilidad que siempre habíamos deseado… aunque no era como habíamos soñado.
Ahora los miramos de lejos, casi siempre en silencio, esperando que elijan bien en la búsqueda de la felicidad y encuentren su lugar en la vida, de la manera menos complicada posible.
En cualquier momento nos darán nietos. Los nietos serán para nosotros la oportunidad de brindar cariño y ternura sin tener que hacer nada. No tenemos que educar, corregir, disciplinar… Eso se acabó, ahora nos toca simplemente amar generosamente, sin límites, porque quizás es nuestra última oportunidad de amar sin pensar en nada más.
Así somos y así vivimos, pero personalmente creo que es posible que lo que ahora tratamos de hacer con nuestros nietos lo hubiéramos hecho con nuestros hijos, antes de que crecieran demasiado. Estoy seguro de que no estamos obligados a ser padres mediocres y abuelos maravillosos; podemos ser buenos padres y buenos abuelos.
«Solo aprendemos a ser hijos, después de ser padres y solo aprendemos a ser padres, después de ser abuelos… es como si solo aprendiéramos a vivir, después de que la vida pasó»
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