Por los caminos del Señor: La vendedora de fósforos
Por el Padre JUAN TRIVIŇO.- Apreciados Lectores. Paz y bien. Mi saludo católico y de fe en este nuevo año litúrgico, ciclo C, hoy iniciamos con el tiempo de espera PARA CONTINUAR CON Jesús nacido entre nosotros y la llegada del nuevo año civil 2010 y lo celebramos en familia para recibir con alegría al Rey del mundo que ya presente con nosotros se une a celebrar el año nuevo. FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO 2019 CATOLICOS Y NO CATOLICOS Quiero decirles que durante estos meses de diciembre y enero, estaremos recibiendo unas historias de cuentos navideñas y año nuevo para que recordando este sentimiento de nuestra vida, nunca dejemos que esta hermosa tradición se pierda en los laureles sino que anide y perdure en nuestras vidas de generación en generación y que estos momentos tan sensibles sigan despertando en la humanidad la necesidad de vivir en paz, alegría, sensibilidad, humanismo, compartir, dar, recibir besos y abrazos que todos necesitamos y escuchar un te quiero. Espero que esto que siento en mi corazón y ahora se los traigo, sea acogido por ustedes y si quieren hacerme llegar algún mensaje o sugerencia puede hacerlo a mi correo: [email protected]
La vendedora de fósforos
Christian Andersen
La víspera de Año Nuevo todo el mundo transitaba con prisa sobre la nieve para refugiarse al calorcito de sus hogares. Sólo la pequeña vendedora de fósforos no tenía dónde ir, y pregonaba incansable su modesta mercancía. No podía volver a la casa de su madrastra porque todavía no había vendido todos sus fósforos. Miró a través de una ventana iluminada y pensó que sería maravilloso estar con esos niños que habían adornado aquel árbol navideño. -¿Quiere usted fósforos, señor? Preguntó a un caballero que pasó a su lado. -No, gracias. Además, con este frío sacar las manos de los bolsillos no debe ser muy agradable, respondió el hombre, marchándose muy deprisa. La nieve empezó a caer con más fuerza y la vendedora se refugió en un portal. Y como el frío era muy intenso, encendió uno de los fósforos para calentarse las manos. En medio de aquella luz, se le apareció un árbol navideño.
CUANDO el fósforo se apagó, el árbol se desvaneció. Al encender otro vio en el círculo de la llama la figura de su madre, que estaba en el Cielo. -Mamá, mamá ¿por qué no me llevas contigo? Le gritó la pequeña vendedora. Sonriendo, su madre le cogió la mano y le invitó a subir por una larguísima escalera de nubes. A pesar de eso, la niña no sintió cansancio alguno ni la fría caricia del viento. Nuestra amiga era feliz por estar junto a su madre.
A la mañana siguiente, los transeúntes encontraron a la pequeña vendedora de fósforos en el portal, como dormida. Su alma había volado al Cielo.
A la mañana siguiente el pueblo descubrió, al pasar, a la vendedora de fósforos, acurrucada y muerta, en un portal. – Pobre niña… Ha intentado calentarse las manos con sus fósforos, dijo alguien.
Lo que todos ellos ignoraban era que la vendedora de fósforos había encontrado la felicidad. Ahora estaba en el Cielo con su madre, jugando con los angelitos. Y nunca más, nunca más, volvería a pasar frío.