Por los caminos del Señor: La visita de los Reyes Magos (Final)
Por el Padre JUAN TRIVIŇO.- Apreciados Lectores. Paz y bien. Mi saludo católico y de fe en este nuevo año litúrgico, ciclo C, que iniciamos con el primer domingo de adviento, tiempo de espera y preparación espiritual y corporal; vivencia en familia para recibir con alegría al Rey del mundo. EL NIÑO JESUS. Nacido en el portal de Belén. Quiero decirles que durante estos meses de diciembre y enero, estaremos recibiendo unas historias de cuentos navideñas y año nuevo para que recordando esta sentimiento de nuestra vida, nunca dejemos que esta hermosa tradición se pierda en e estos momentos tan sensibles sigan despertando en la humanidad la necesidad de vivir en paz, a los laureles sino que anide y perdure en nuestras vidas de generación en generación y quería, sensibilidad, humanismo, compartir, dar, recibir besos y abrazos que todos necesitamos y escuchar un te quiero. Espero que esto que siento en mi corazón y ahora se los traigo, sea acogido por ustedes y si quieren hacerme llegar algún mensaje o sugerencia puede hacerlo a mi correo: [email protected]
La visita de los Reyes Magos (Final)
La ansiedad de los padres, era, si posible, aún mayor que la de los pequeños. Agotado el presupuesto familiar por la mudanza y compra de los útiles necesarios para la nueva vivienda, apenas sobraron unos centavos para hacerle frente a los pedidos que los inocentes niños con tanta ilusión clamaban de los Magos. Con gran esfuerzo y regateo lograron adquirir sustitutos, apenas aceptables, a los pedidos de los infantes. Padre y madre, resignados a ver caras de desilusión en sus adorados vástagos, en la mañana del seis de enero, casi ni durmieron en la víspera, angustiados.
Por fin, temprano en la mañana de ese día, pusieron abochornados los humildes juguetes bajo el árbol. En eso vieron llegar al carro de la lechería Tres Monjitas, que tirado por dos caballos hacía su entrega diaria del preciado alimento. Pero los sinvergüenzas caballos, por alguna razón incomprensible, decidieron ambos vaciar sus intestinos; o sea, cagarse, justo a la entrada de la casa. El matrimonio salió indignado y de mala gana comenzaron, a fuerza de chorros de agua de la manguera, jabón y escobazos, a limpiar los desperdicios malolientes de los malditos caballos.
Estando en plena brega, se despertaron los niños, que fueron a ver lo que hacían sus padres en la mañana de Reyes. -Mami, ¿qué pasó?- preguntó Magnolia, la niña de seis años. -Uff eso apesta.- dijo Paquito desde la inocencia de sus cinco años. Padre y madre se miraron, molestos por el contratiempo, pero no queriendo empañar la ilusión de los niños en ese día. -¡Que los camellos de los Reyes Magos se hicieron caca frente a nuestra casa!- ripostó en una brillante improvisación, la madre.
Los pequeños se desbordaron de asombro y alegría ante el inesperado suceso; ¡Los camellos de los Reyes Magos habían estado allí y se habían hecho caca enfrente de su propia casa! Mas tarde, niños y padres fueron a abrir los paquetes que contenían los regalos que los Magos de Oriente les habían traído. Apenas unos días después, ya los niños habían olvidado lo que les habían regalado los Reyes. Lo que siempre recordaron, y contaron entusiasmados, para deleite de todos los que los escucharon, fue que los camellos de los Reyes Magos se habían hecho caca frente a su casa. Todavía hoy, seis décadas y dos generaciones después del suceso, ese cuento sigue dando de qué hablar y llevando alegría en cada reunión navideña de esa familia.